Trabajaba día y noche, de barrendero. No conocía el tiempo libre, nunca lo tuvo.
Vladimiro tiene una familia muy pobre. Ésas de las que le falta el plato servido en la mesa, calientito.
Su esposa Mercedes sufre de cáncer de pulmón. Es difícil luchar contra esto, muy difícil. Con ella tuvo una hija hace ya seis años. Su nombre es Marina.
Hacía días que Mercedes no conciliaba el sueño. Tosía varias veces hasta que se cansaba. Vladimiro la escuchaba cada noche, la entendía. Ella sufría, y bastante.
No había el suficiente dinero para internarla en un hospital, ni para someterla a una intervención quirúrgica. El ambiente se tornaba algo desesperante, Vladimiro y Marina no soportaban verla sufrir...
Vladimiro entonces decidió ir al hospital, sin dinero. A mendigar, de alguna forma.
No sirvió de mucho, no le aceptaron la entrada. Se puso a llorar.
La noche triste parecía abrumar el sueño de Vladimiro. Todo parecía caerse a pedazos. Mercedes se moría poco a poco.
Uno no consigue descansar tranquilo con una persona al lado muriéndose. Era ésto lo que le pasaba a Vladimiro, eso mismo.
A la mañana siguiente se había levantado a las siete y poco, tomo un desayuno rápido y salió a caminar.
Pensaba. Solo por la calle desierta Vladimiro caminaba. Recordaba que su esposa se moría... sentía la obligación de protegerla. No sabía como. Todo parecía ser difícil, imposible...
Vladimiro se sentía dolorido, ya no tenía una razón de vivir. Sentía a veces que el no era nada para la vida...
En la casa se encontraba Mercedes agonizando en la cama. Marina la cuidaba. Hacía dos días que Vladimiro no se aparecía. Era todo muy raro.
Su hija salió aquella tarde de lunes. Buscó a su padre. No lo encontró por ningún lugar. Se sentía horrible: su padre se había ido de la casa sin avisar y ella no lo encontraba.
Mercedes había muerto pocos días después.
Vladimiro terminó siendo un vagabundo de la calle, perdido en su propia vida.
Y Marina... sola.
Aún, cuando todo parezca ser triste y oscuro... no te rindas, siempre existe la solución de sobrevivir ante el abismo.
IVOGARCEV / febrero dos mil siete
Vladimiro tiene una familia muy pobre. Ésas de las que le falta el plato servido en la mesa, calientito.
Su esposa Mercedes sufre de cáncer de pulmón. Es difícil luchar contra esto, muy difícil. Con ella tuvo una hija hace ya seis años. Su nombre es Marina.
Hacía días que Mercedes no conciliaba el sueño. Tosía varias veces hasta que se cansaba. Vladimiro la escuchaba cada noche, la entendía. Ella sufría, y bastante.
No había el suficiente dinero para internarla en un hospital, ni para someterla a una intervención quirúrgica. El ambiente se tornaba algo desesperante, Vladimiro y Marina no soportaban verla sufrir...
Vladimiro entonces decidió ir al hospital, sin dinero. A mendigar, de alguna forma.
No sirvió de mucho, no le aceptaron la entrada. Se puso a llorar.
La noche triste parecía abrumar el sueño de Vladimiro. Todo parecía caerse a pedazos. Mercedes se moría poco a poco.
Uno no consigue descansar tranquilo con una persona al lado muriéndose. Era ésto lo que le pasaba a Vladimiro, eso mismo.
A la mañana siguiente se había levantado a las siete y poco, tomo un desayuno rápido y salió a caminar.
Pensaba. Solo por la calle desierta Vladimiro caminaba. Recordaba que su esposa se moría... sentía la obligación de protegerla. No sabía como. Todo parecía ser difícil, imposible...
Vladimiro se sentía dolorido, ya no tenía una razón de vivir. Sentía a veces que el no era nada para la vida...
En la casa se encontraba Mercedes agonizando en la cama. Marina la cuidaba. Hacía dos días que Vladimiro no se aparecía. Era todo muy raro.
Su hija salió aquella tarde de lunes. Buscó a su padre. No lo encontró por ningún lugar. Se sentía horrible: su padre se había ido de la casa sin avisar y ella no lo encontraba.
Mercedes había muerto pocos días después.
Vladimiro terminó siendo un vagabundo de la calle, perdido en su propia vida.
Y Marina... sola.
Aún, cuando todo parezca ser triste y oscuro... no te rindas, siempre existe la solución de sobrevivir ante el abismo.
IVOGARCEV / febrero dos mil siete

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